domingo, diciembre 07, 2008

13 Niños con hambre en Haití

El que manda escribe



Gonzalo:


No me interesa lo que quieras enseñarme, quizás a ti te interese saber de ti mismo, pero a mi no. Tú con tus libros de biología en el colegio no eras muy feliz y lo sé. Todo eso fue gracias a mi; sí, yo me encargué de hacer esas clases biológicas lateras, eternas, fomes y provocar inaceptables resultados.

Nunca tuve la más mínima intención de saber qué era lo que hacía la tal sinapsis dentro del cerebro, ni cuantas venas tenía debajo del metatarso, menos saber qué cosas -a las que alguien llamó hormonas- sirven cuando me da sueño y cosas por el estilo.

Seré sincero, yo no sé cómo y porqué vas al baño, no sé que hago ni a quién le doy una orden cuando te excitas, no puedo explicarte la diferencia del frío y el calor al contacto con tu mano, por el simple hecho de no saberlo. Sólo sé que lo hago por que me nace, no hay una tabla que yo pueda usar, además no he hecho ningún curso universitario de “Cómo ser un buen un cuerpo y no morir en el intento”, sí quieres decirlo así: sí, soy un inepto.

Te muevo por intuición, pestañeas por corazonada, respiras porque o sino te mueres -obvio-, el instinto me dice que le diga a la adenocorticotrofina que salga a hacer su trabajo, la experiencia hace otra buena parte del trabajo.

Lo que quiero decirte es que en estos 19 años no hemos tenido grandes problemas, la mayoría de las cosas han salido como planeabas y gracias a ¿qué?. Sí, a mi, la máquina viviente-pensante-creadora más súper perfecta que has visto y si las cosas han salido tan bien ¿Por qué siempre quisiste que aprendiera de mi mismo cosas que ni me interesa y que, peor aún, tiene nombres rarísimos como: monocotiledonia? que aunque salga en un libro igual es fome: mejor vivamos con las sensaciones que pucha que bien nos han resultado las cosas.



PD: El problema del exilio del apéndice, es un tema que trataremos en la siguiente carta.




Atentamente: el que manda.